En el número 30 de la calle Gran Vía se erige un suntuoso edificio desde 1924, una obra de Teodoro Anasagasti y su suegro José López Sallaberry, -también artífices del conocido edificio París-Madrid-, que aún hoy combina con armonía lo clásico con lo contemporáneo. Pertenece al segundo tramo de la Gran Vía, entonces llamada Bulevar de Pi y Maragall. Se trata de un conjunto de tres edificios unidos, símbolo de la cultura y el poder de la época. El edificio destaca por su cristalera azul oscura y su triple arquería de entrada en la planta calle.